martes, 2 de junio de 2009

la generacion N en la telesecundaria del siglo XXI

¿Cómo piensan, cómo sienten y cómo se relacionan los adolescentes de hoy?

La adolescencia, como toda etapa en la vida tiene una lógica que es necesario tener en cuenta para entender el comportamiento de los adolescentes. Como señala Jesús Beltrán, desde el punto de vista de la psicología existen tres grandes dimensiones que nos permiten conocer el rostro de los adolescentes: cómo piensan, cómo sienten y cómo se relacionan. A continuación iremos desarrollando, de manera sintética cada uno de estos aspectos.

¿CÓMO PIENSAN?

 El pensamiento del adolescente ha alcanzado ya, de acuerdo con el esquema evolutivo de Piaget, el estadio de las operaciones formales, es decir el estado adulto, que va a permitirle abandonar la niñez y, con ella, los esquemas mentales con los que hasta ahora venía operando.

El pensamiento formal, adulto, abre al adolescente un amplio horizonte de probabilidades: analizar teorías y concepciones científicas, reflexionar sobre sí mismo y sobre el mundo, luchar por sus ideas, imaginar mundos posibles, establecer hipótesis, considerar alternativas y variables, etc. A su vez, todo lo anterior, también tiene sus contrapartidas: incertidumbres, desilusión, hipocresía social, desconcierto, inseguridad, etc.

El pensamiento formal le permite al adolescente considerar múltiples alternativas en torno a un hecho y examinarlas sistemáticamente para encontrar la clave explicativa del mismo. Sin embargo, esta capacidad tiene otras consecuencias.

De hecho, la oposición del adolescente a las decisiones de sus padres, forma parte de su propia falta de decisión. Aunque él tiene dificultad para tomar sus propias decisiones, no quiere que los demás decidan por él. Paradójicamente la falta de decisión del adolescente causa a menudo una mayor dependencia de los demás, sobre todo de sus compañeros y de sus padres. En muchos casos, el adolescente exige que sus padres adopten una actitud sólo para poder rebelarse contra ella.

Desde otra perspectiva, el niño puede representar posibilidades, pero no es capaz de reflexionar sobre ellas. El adolescente, sí. Además, esta nueva habilidad la va a aplicar a nuevas y viejas experiencias. Todos los aspectos del mundo adolescente resultan impregnados de esta nueva forma de pensamiento. El adolescente es ya capaz de razonar sus propios pensamientos. El adolescente es ya capaz de razonar sus propios pensamientos, de practicar la introspección, de mirar el futuro, pero también de resolver sus propios problemas.

¿CÓMO SIENTEN.....?

La adolescencia es un tiempo de cambio; pero si hay que estacar algunos de los muchos cambios que se producen en esta etapa de la vida, es el que se produce en el mundo de los afectos y los sentimientos. El adolescente parece estar volcado en su mundo interior. No se trata sólo de un refugio, sino de la riqueza afectiva que va a ir poco a poco impregnando toda la vida del adolescente. Y es que el gran acontecimiento de la adolescencia, a diferencia de la niñez, es el descubrimiento del Yo. Es verdad que el niño tiene tambièn su Yo, pero es algo tan natural que apenas tiene conciencia de ello. El sentimiento del Yo por parte del adolescente es uno de los momentos más conmovedores de la vida humana, comparable al descubrimiento del cuerpo por el niño. El adolescente se siente solo en este abismo que aún no logra entender. 

ALLÍ SURGEN ESTE TIPO DE SENTIMIENTOS:

-          la soledad, que es la primera manifestación de su vuelta hacia su mundo interior;

-          la reflexión, que se torna en conversación consigo mismo en la que intenta dar respuesta a las múltiples interrogantes que surgen;

-          el culto y la exaltación del Yo, que se manifiesta en un cierto egoísmo. Creer que es el único ser en el mundo que tiene problemas y que nadie lo comprende;

-          la necesidad de hacer un diario y contar su propia historia a manera de desahogo de todo lo que le abruma;

-          la contradicción que se presenta como un extraño movimiento antagónico, una interna inquietud, la susceptibilidad e inseguridad que se expresa en el no saber quién es y que lo llevan a vivir periodos de incertidumbre respectode si es niño o adulto, es parte del sentir de los adolescentes.

¿CÓMO SE RELACIONAN...?

Hay dos rasgos de la adolescencia que marcan muy especialmente las relaciones sociales : las relaciones con los padres y con los amigos.

a)      El contexto familiar:

La familia es el espacio en el que los adolescentes ponen a prueba todas las acciones que les llevarán a ser adultos. Sin embargo, a los padres les es difícil entender que sus hijos ya no son niños y que en el hogar deben ayudarlos a desarrollar relaciones adultas, que deben ser un referente de valores, principios, normas, etc, pero también un referente para que los adolescentes descubran su propia identidad.

Durante la adolescencia las relaciones padres e hijos cambian de gran manera. En comparación con los niños, los adolescentes pasan menos tiempo con sus padres y se sienten menos vinculados a ellos desde el punto de vista emocional; critican a sus padres y se muestran en desacuerdo con ellos, se vuelven cada vez más enérgicos y menos dispuestos a someterse a su autoridad.

Este distanciamiento creciente entre los adolescentes y los padres puede hacerse más doloroso cuando los adultos mantienen una actitud autoritaria que llega en ocasiones a oponerse al proceso de desarrollo de los adolescentes.  El adolescente vive un sentimiento ambivalente, quiere ser independiente pero no quiere romper con los lazos que le unen a sus padres. Los padres viven la misma ambivalencia, quieren que sus hijos sean independientes pero les cuesta perderlos.  Lo malo es que a veces se envían dobles mensajes, por ejemplo, les conceden permiso para llegar más tarde a casa porque supuestamente confian en ellos, pero les echan en cara su falta de responsabilidad para asumir ciertas tareas cotidianas, deberes escolares, arreglar su habitación, lavar su ropa y ellos –los padres- se hacen responsables de dichas tareas diciéndoles con ello que siguen siendo niños.

Lo contrario, cuando los padres asumen una actitud demasiado permisiva, tratan de ponerse a la altura de los hijos adolescentes, se pierden los límites padre/madre – hijo/hija y con esto hasta la falta de respeto. Los padres se han hecho tan amigos de sus hijos que los adolescentes los tratan como a sus iguales sin reconocer con claridad el verdadero rol paterno.  Pero no es asunto sólo de trato, sino de identidad. Los adolescentes necesitan un punto de referencia para ser adultos y si los adultos más próximos, como lo son sus padres, están asumiendo actitudes similares a las suyas ¿Cuál puede ser el referente?

Es importante aquí ayudar a los adolescentes a canalizar sus conflictos, es tarea de los padres aprender a desarrollar relaciones adultas sobre la base de una comunicación fluida entre padres e hijos en la que estén claramente establecidos los roles de cada uno en el marco del respeto mutuo y sobre todo de la confianza.  Es tarea de padres e hijos procurar un ambiente en el que ninguno de los dos se sienta amenazado por los reproches del otro, más bien es preciso abrir un espacio de diálogo y orientación permanente donde se pueda expresar los sentimientos de una manera transparente, directa y auténtica.

b)      El grupo de iguales

En la adolescencia se constituye una fuente de apoyo y, a la vez, de escape para llevar a cabo las tareas de desarrollo. Mientras gran parte de los adolescentes actúan casi en contra del grupo familiar, ellos hacen lo mismo dentro del grupo de iguales.  El grupo de iguales ayuda al individuo a separarse de la familia y suministra un lazo con los otros que están sufriendo el mismo problema.  Cuando el adolescente se siente marginado de la sociedad, tener un grupo con el cual identificarse le da seguridad y confianza.

Los amigos son un elemento importante, casi vital para los adolescentes. En el grupo, el adolescente, encuentra satisfecha su necesidad de comunicación. A nadie como a sus amigos puede contar sus dudas y vacilaciones, sus penas y sus lamentos, así como la incomprensión de los adultos, pero sobre todo sus conquistas, sus experiencias y sus descubrimientos.

El amigo es igual que él, el que mejor le comprende, el que le suministra información y con quien puede sentirse seguro en momentos de desafío.  El grupo de iguales, en resumen, cumple una serie de funciones importantes en la adolescencia:

-          ayudar al adolescente a independizarse de los lazos familiares,

-          servir de campo de prueba para el desarrollo de las destrezas adultas,

-          ofrecer un confidente con quien compartir las experiencias más profundas y,

-          facilitar una cierta estabilidad emocional y social en medio de tantos cambios internos y externos.

María Luz Mardesich Pérez. Licenciada en administración escolar. Directora Académica del Instituto Normal Superior Católico Sedes Sapientiae. Revista por la defensa de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Nº 24  2004. - Bolivia

No hay comentarios:

Publicar un comentario